«Del Amor y Otros Demonios» de Gabriel García Márquez: La mentalidad del siglo XVIII
La mentalidad del
siglo XVIII
Por: Andrea Flores
Zmery
Miércoles 28 de
octubre de 2015
«Por vos nací, por
vos tengo la vida, por vos he de morir y por vos muero»
García Márquez (p.121)
Conocer el entorno
en el que se basa una novela es sumamente importante, ya que es una gran
herramienta para comprender más allá de lo que se lee; es sumergirnos en el pasado
y saber que son o pueden ser las causas de tal inspiración para el autor. El conocer el fondo de la inspiración es
convertirse en un archilector[1] y
ser capaz de comprender lo que desee a un nivel más alto que el lector
promedio. El tener conocimiento del tribunal del Santo Oficio, la mentalidad de
la época, el siglo XVIII en América Latina, el amor en la novela e informarse
acerca de los personajes es importante ya que, como se menciona previamente,
son herramientas para tener una mayor comprensión del libro y el entorno en el
que se basó, además de agregar información a la cultura general y que sean de
apoyo para situaciones futuras. Ya con el conocimiento anterior, ¿la mentalidad
del siglo XVIII hace creer que el comportamiento de Sierva María es en realidad
causada por una posesión?
«Gabriel García Márquez (Aracataca, Colombia, 1927 -
México D.F., 2014) fue un novelista colombiano, premio Nobel de Literatura en
1982 y uno de los grandes maestros de la literatura universal. Gabriel García
Márquez fue la figura fundamental del llamado Boom de la
literatura hispanoamericana, fenómeno editorial que, en la década de 1960, dio
proyección mundial a las últimas hornadas de narradores del continente. En
todos ellos era palpable la superación del realismo y una renovación de las
técnicas narrativas que entroncaba con la novela europea y estadounidense de
entreguerras (Kafka, Joyce, Proust, Faulkner); García Márquez sumó a ello su
portentosa fantasía y sus insuperables dotes de narrador, patentes en la obra
que representa la culminación del realismo mágico: Cien años de soledad (1967).»
(Tomado de Biografías y Vidas) «La protagonista es una niña de doce años, Sierva María de Todos los Ángeles, a
la que muerde un perro con rabia. Al pensar que está endemoniada aconsejan a su
padre, el marqués de Casalduero,
que la deje encerrada en el Convento
de Santa Clara. Encargan a un sacerdote de treinta y seis años, Cayetano Delaura que lleve el
caso y si es necesario, que haga un exorcismo. Este sacerdote se enamora
apasionadamente de ella. Confiesa su culpa y es enviado a un leprosario. Al
final la niña muere y es tenida por algunos como santa.» (Tomado de Opuslibros)
« Cuando
García Márquez era periodista recibió el encargo de hacer un reportaje sobre
las criptas del Monasterio de Santa Clara, que iban a derruir. Allí
supo de la exhumación del cráneo de una niña con una cabellera de veintidós
metros y once centímetros de largo. Entonces recordó una leyenda que le contó
su madre, sobre una marquesita de doce años a la que después de muerta le
creció exageradamente el cabello durante doscientos años. Esto le sirvió de
inspiración para escribir la obra.» (Tomado de Opuslibros)
La historia se sitúa
en alguna ciudad colonial del siglo XVIII, donde aún la comunidad se encuentra
bajo el yugo[2] del Tribunal del Santo
Oficio, reprimiendo y castigando así cualquier tipo de hereje, ya que, además
de considerársele como un pecado también se le tenía en cuenta como un delito
que atentaba en contra de la Iglesia y la unidad nacional. La Inquisición en
Cartagena de Indias duró 201 años, comenzando en 1610 y suprimida a raíz con la
Independencia en 1811. Para conseguir las confesiones de los pecadores, el
tribunal contaba con una variedad de tormentos que en ese tiempo estaban
permitidas y apoyadas por la Iglesia; una de ellas era la tortura. Igualmente,
las penas con las que se castigaban los herejes eran multas, confiscación de bienes, destierro, flagelación[3],
remo en galera[4], vergüenza pública,
prisión y muerte en la hoguera. Como se puede apreciar en la obra, la Inquisición
es una parte primordial para poder comprender el contexto general de la ambientación
y comprender que gracias a eso, se llevan a cabo los exorcismos en Sierva María:
«… entraron a buscarla sin anuncio para iniciar los exorcismos. Fue el ritual
de un condenado a muerte.» (García Márquez,
1994, p.176)[5], el exterminio de los
herejes:
«En la ciudad había otros tres médicos
graduados, seis boticarios, once barberos sangradores y un número incontable de
curanderos y dómines en mesteres de hechicería, a pesar de que la Inquisición había
condenado a mil trescientos a distintas penas en los últimos cincuenta años, y ejecutado
a siete en la hoguera.» (p. 70),
Ó haciendo públicos los castigos: «…el Santo Oficio se
complace descuartizando inocentes en el potro o asándolos vivos en espectáculo
público.» (p. 101)
Gracias al escándalo que produjo la mordida del perro
en Sierva María, el obispo de la diócesis, don Toribio de Cáceres y Virtudes se
alarmó y le envió un comunicado al marqués sin precisiones, haciendo que éste
se presentara al día siguiente sin anunciarse. El marqués, destruido por la situación
de su hija, pregunta:
« ¿Qué debo hacer?,»
El obispo de lo explicó punto por punto. Lo autorizó
para usar su nombre en cada gestión, sobre todo en el convento de Santa Clara, donde
debía internar a la niña a la mayor brevedad.
«Déjela en nuestras manos», concluyó, «Dios
hará el resto». (p. 80)
Como se ejemplifica en el extracto anterior, es
posible ver qué control la iglesia ejercía sobre la población, y en este caso,
sobre el marqués, obligándolo a entregar a su hija al convento para así poder
sacarle al demonio que tenía con ella.
Sierva María, al llegar al convento de Santa Clara,
fue de mano en mano hasta quedar sentada en unos de los bancos del jardín,
olvidada por su última guía. Ahí fue cuando dos novicias la encontraron e
inmediatamente se interesaron en sus collares y anillos. Al hacerle preguntas a
la niña y no obtener ninguna respuesta, prosiguieron al quitarle sus collares,
pero esta vez, Sierva reaccionó como una víbora y le dio en la mano un
mordisco, haciendo que sangrara la novicia. Estos comportamientos que tenía
Sierva María se aunaban a su posesión, ya que se relacionaba sus
comportamientos extraños con el demonio y creían que cualquier evento desafortunado
era a causa de la niña, por ejemplo, cuando una monja se descalabro por estar
huyendo de la celda de Sierva:
« Una patrulla de monjas travestidas
asaltaron la celda una mala noche, amordazaron a Sierva María y la despojaron
de sus collares sagrados… En las prisas de la huida, la comandante…dio un
traspié en las escaleras oscuras y se fracturó el cráneo… Nadie volvió a
perturbar las noches de la celda.» (p. 99)
Las costumbres que Sierva María tiene, como el decir mentiras,
otras lenguas diferentes al español, el
baile con más gracias que los mismos africanos, sus cantos en otras lenguas,
las voces de pájaros y animales, se debe a su convivencia con los negros. Sierva
jamás vivió dentro de su casa sino hasta después de la mordida del perro. Antes
de incidente, no había comunicación alguna entre la niña y sus padres. Dominga
de Adviento[6], una negra, era el único enlace
entre aquellos dos mundos y gobernó la casa hasta la víspera de su muerte.
Por descuido, Bernarda se entera que la niña fue
mordida por un perro, pero se le olvida rápidamente y su interés fue mínimo. En
cambio, el marqués, sabiendo la noticia, comenzó a notar la existencia de la
niña y la mudó dentro de la casa, hasta su partida al convento. La relación tan
distante entre la niña y sus padres es el odio que se tienen el uno a otro y no
dudan en demostrárselo. Aun así, Bernarda no se molesta en disimular, estando
consiente que no ama a la niña ni la niña a ella. Le parece justo, en cambio,
el marqués, con su débil personalidad, se hace creer que amaba a la niña pero
solo se engaña por comodidad.
El amor es el tema principal y muy importante en la
novela, con él se explican temas controversiales para la época, causando así
las tragedias que suceden en el libro. Se encuentra el amor entre Dulce Olivia y
el marqués. Ygnacio, que era heredero único, jamás demostró ningún interés en
nada, creció con signos de retraso mental, no quería a nadie y fue analfabeta
hasta una edad mayor hasta que dio su primer síntoma de vida con Dulce Olivia,
una mujer loca. Por ella aprendió a leer y a escribir y comenzó una pasión legítima
retorcida para los demás. El amor fue prohibido e Ygnacio desterrado por su
padre. Ygnacio, en desamor, se casó con Olalla de Mendoza, por al cual llego a
crecer un gran respeto, aunque aun así seguía
siendo un soltero inútil. Olalla muere por un rayo que le cae mientras tocaba. El
marqués, sin esperanzas y sintiéndose culpable por la inminente muerte de su
esposa, le hace funerales de reina. «Al regreso del cementerio lo sorprendió
una nevada de palomitas de papel sobre los naranjos del huerto, Atrapó una al
azar, la deshizo, y leyó: Ese rayo era mío.» (p. 54) Con este papelito, se le
aclara al marqués que no es culpable de la muerte de Olalla, ya que se entiende
que el papelito viene de ella. El
amor entre Sierva María y Cayetano es el más controversial de todos en la obra.
Su amor simboliza una rebeldía y un tabú, rompiendo las reglas establecidas del
convento, de las convenciones sociales y de la época. Cayetano sueña con Sierva
incluso antes de que se conocieran, y es el mismo sueño que Sierva tiene más
adelante, los dos con el inevitable final, la muerte. La rabia en Sierva
simboliza su despertar como mujer, desobediente a las reglas. El marqués llega
a creer que Delaura abusó de la niña. La mentalidad del siglo XVIII hace que
confundan el amor con la posesión demoniaca y la castiguen como tal, con un
exorcismo. Hay varios símbolos que contribuyen al enamoramiento de Sierva y
Delaura, siendo una de ellos el eclipse, que simboliza la unión de dos
opuestos. Sierva, confundida por la repentina ausencia de Cayetano vuelve a
soñar con el racimo de uvas, comiéndoselas de dos en dos, y el campo nevado. Al
final, se dice que murió de amor.
Para concluir, se puede confirmar la hipótesis que se
formula en el anteproyecto, « La obra proyecta la mentalidad y el control de la
Iglesia en el siglo XVIII relacionado a situaciones desconocidas para el
entendimiento humano.» Nunca se comprendió el amor entre Dulce Olivia e Ygnacio
ni Sierva María con Delaura. Ambos fueron prohibidos, el primero por el padre
de él y el segundo por el obispo, dejándolos a unos muertos en vida, y a otros
muertos de amor.
Bibliografía
Primaria
García Márquez, G.
(1994). Del Amor y Otros Demonios (12th ed.). México, D.F.: Diana.
Secundarias
rincondelvago.com,.
(2011). Inquisición en Cartagena de Indias. Recuperado 28 October 2015,
a partir de http://html.rincondelvago.com/inquisicion-en-cartagena-de-indias.html
Opuslibros.org,. (1996). GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel. Recuperado 28 October 2015, a partir de http://www.opuslibros.org/Index_libros/Recensiones_1/garciama_amo.htm
Lema.rae.es,. Recuperado
28 October 2015, a partir de http://lema.rae.es/drae/
Biografiasyvidas.com,. Biografia
de Gabriel García Márquez. Recuperado 28 October 2015, a partir de http://www.biografiasyvidas.com/biografia/g/garcia_marquez.htm
[1]
Código
de referencia para la interpretación. Mismo nivel que el autor.
[2]
Según la Real
Academia Española, yugo lleva por significado una ley o dominio superior que
sujeta y obliga a obedecer. En este caso, la Inquisición mantenía a los pueblos
bajo su control, castigando cualquier acto fuera de su entendimiento.
[4] Condenado a remar en las galeras,
era una forma de condena esclavizante, privativa de
libertad, considerada como la peor de todas las condenas en vida, solo seguida
de la condena a perpetuidad en una oscura mazmorra y
se aplicaba en las legislaciones de España, Italia, Rusia imperial y Francia,
fomentada por reinos y repúblicas mediterráneas y a veces apoyada por el Santo Oficio que
destinaba a los condenados por herejías y otros motivos. Recuperado de la página
web Wikipedia.
[5] Las siguientes citas en el ensayo
serán tomada de la misma edición del libro Del
Amor y Otros Demonios.
[6]
«…Negra de ley que
gobernó la casa con puño de fierro hasta la víspera de su muerte… Alta y ósea,
de una inteligencia casi clarividente, era ella quien había criado a Sierva María.»
(p. 18)
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