La literatura griega; la literatura del “yo”




Por  Noemí Sánchez Blanco
Edipo y la esfinge


Hipótesis: En estas obras podemos encontrar como tema en común la lealtad  sí mismos como constructor de la identidad, que tiene por finalidad la expresión de las emociones. Esto  es una parte esencial que nos forja como seres vivos. Si perdemos nuestra lealtad, nos perdemos a nosotros mismos.

Lo que quiero expresar en este ensayo es la relación que encontré en todas las obras griegas leídas que presentaré a  continuación. Sinceramente nunca había tenido el interés por leer alguna de estas obras porque me parecían fantasiosas o simplemente los personajes y/o temas no me llamaban la atención, ahora que tuve la oportunidad y la obligación de leerlas me di cuenta que esta literatura es de suma importancia para la humanidad, no solamente porque su narración tiene un gran valor artístico y cultural en el cual sobresalta el depurado estilo con el que el autor da a conocer sus sentimientos y crea una nueva rama dentro de la poesía, sino que a través de la misma refleja emociones  puramente humanas. Una de estas emociones  es el egoísmo que tiene como producto la lealtad a nosotros mismos. Tengamos que cuenta que el egoísmo, de acuerdo a la Real Academia Española, significa: «Inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse del de los demás.» Esta lealtad forja nuestra identidad y es la encargada de la toma de decisiones en nuestra vida, si no tuviésemos lealtad a nosotros mismos, no importa  a qué grado, no existiríamos para el mundo.


En la primera obra, La Ilíada, podemos encontrar un ejemplo de esta lealtad en el hermano del rey Menelao, Agamenón, que por enaltecimiento, perdió al mejor de sus soldados diciéndole:
-Huye, pues, si tu ánimo a ello te incita; no te ruego que por mí te quedes; otros hay
a mi lado que me honrarán, y especialmente el próvido Zeus. Me eres más odioso que
ningún otro de los reyes, alumnos de Zeus, porque siempre te han gustado las riñas,
luchas y peleas. Si es grande tu fuerza, un dios te la dio. Vete a la patria, llevándote las
naves y los compañeros, y reina sobre los mirmidones, no me importa que estés irritado, ni por ello me preocupo… (p 4).
Aquí se muestra que el rey Agamenón confía demasiado en el poder otorgado por su hermano para hacerse cargo de las tropas y no le importa perder al mejor soldado a consecuencia de un capricho. La decisión que tomó en ese momento fue crucial para el desarrollo del resto de la obra, el egoísmo, que es parte de su identidad,  lo llevó a cometer un gran error que terminó en su muerte y en la de grandes héroes.
Otro aspecto importante es en el ejemplo de la intromisión de los dioses, ya que a partir de ahí los mortales se dan cuenta de que hay una fuerza superior a ellos y necesitan de su ayuda. Zeus habla de esta manera: « Yo me quedaré sentado en la cumbre del Olimpo y recrearé mi espíritu contemplando la batalla; y los demás ¡dos hacia los troyanos y los aqueos y cada uno auxilie a los que quiera (…).Así habló el Cronida y promovió una gran batalla. » (p 264). Aquí la confianza de los mortales se ve afectada por el destino  porque descubren que no pueden hacer nada sin los dioses,  sólo son simples títeres.


En la segunda obra, La Odisea, podemos ver que Odiseo es leal a sí mismo porque nunca renunció a su carácter guerrero, que fue lo que desafortunadamente lo condenó a su castigo de veinte años. La misma obra expresa que por las locuras que realizamos nuestros infortunios aumentan:   « ¡Ay, ay, cómo culpan los mortales a los dioses!, pues de nosotros, dicen, proceden los males. Pero también ellos por su estupidez soportan dolores más allá de lo que les corresponde. » (p 1).
Después de regresar a su patria, Odiseo planea echar a los pretendientes fuera de su palacio, lo que comprende otro aspecto de su identidad;  él quiere de regreso su tierra, su trono, su mujer y el poder que tenía anteriormente, nunca renunció a esto y platicando con su esposa aún con un aspecto de forastero le dijo: «Sin embargo, te haré un juramento: sea testigo Zeus antes que nadie, el más excelso y poderoso de los dioses, y el Hogar del irreprochable Odiseo, al que he llegado, que todo esto se cumplirá como yo digo; durante este mismo año vendrá Odiseo, cuando se haya acabado este mes y comenzado el siguiente.» (p 146).

En la obra de Agamenón, se aprecia que al terminar la guerra de Troya él era un hombre que presumía de haber obtenido riquezas y haber ganado la guerra, sobre todo cuando el pueblo aclamaba su venida diciendo: «¡Ya estás aquí, Rey, destructor de Troya, hijo de Atreo! ¿Cómo llamarte? ¿Cómo venerarte, ni demasiado, ni con defecto, en la justa medida?» (p 102) Así es como vemos a Agamenón en las dos obras en las que participa, un hombre de orgullo que hace lo necesario para obtener lo que quiere. Él era un ser egoísta que ciertamente sólo se preocupaba por sí mismo, ya que fue capaz de dar la vida de su hija como un sacrificio a los dioses. En mi opinión, este personaje representa en gran manera al hombre actual, ya que está más interesado por lo que pueda obtener que cómo lo puede obtener. Esta lealtad de la que había mencionado anteriormente se hace presente en su forma de ser, un hombre interesado en beneficios y en complacer a los dioses.
Como respuesta a este engaño, Clitemnestra realiza un plan junto con Egisto en el que hacen un banquete para Agamenón y Cassandra y los dos mueren en este periodo de tiempo. Aquí podemos apreciar que Clitemnestra tiene emociones muy fuertes en contra de Agamenón y le realiza un juramento: «Atiende este juramento sagrado: Por la justa venganza de mi hija, por Até, por Erinnis, a quien he ofrecido la sangre de este hombre, no temo entrar nunca en la morada del terror, mientras Egisto, que me tiene amor, encienda el fuego de mi hogar, como ya antes de hoy lo ha hecho.»  (p 111) Este juramento expresa emociones de venganza, de infidelidad y sobre todo de falta de amor.


La obra de Prometeo Encadenado, a mi punto de vista, es la más clara en este tema sobre la lealtad, que si bien se encuentra en todas las obras, aquí se hace notar con mayor facilidad.
En los aspectos en los que encontramos este punto en común es que primeramente Prometeo fue castigado por ser el creador de toda actividad para los hombres. Esto lo hizo porque  quería derribar a los dioses olímpicos del poder, resaltando su egoísmo y lealtad a sus principios. Su amigo Océano decidió aconsejarlo con estas palabras:
«Conócete a ti mismo, y, sometiéndote a los hados, cambia tu conducta, pues que un nuevo soberano reina entre los dioses. Si continúas lanzando como hasta ahora palabras duras e insultantes, pudiera ser que llegaran a oídos de Zeus (…) Deja tu cólera, oh desgraciado, y procura librarte de tus miserias.» (p 128).
Prometeo agradeció este consejo, pero su necedad no lo hizo cambiar de opinión y continúo lamentándose e injuriando al gran Zeus. Zeus le ofrece un trato, ya que Prometo es adivino y conoce quien lo derrocará, pero Prometeo continúa arrogante y muy leal a sus principios, por lo tanto  decide no contarle nada a Hermes y dice estas palabras:
No existe afrenta en ser tratado como enemigo por un enemigo. ¡Ea,terminemos ya! ¡Que el rizo de fuego de doble punta de Zeus caiga sobre mí; que el éter sea sacudido por el trueno y el furor convulsivo de los vientos desatados (…) por último, en el tenebroso Tártaro, entre los torbellinos de la cruel Necesidad! Una cosa no podrá, sin embargo, y es quitarme la vida. (p 144).
Aquí queda más que claro que Prometeo no cambiaría por nadie, ni por Zeus, por lo que él le mando un águila para devorar sus órganos cada mañana y por la noche regenerarlos durante toda su vida. Aquí Zeus está representando las situaciones difíciles que por más que nos quieran cambiar terminamos siendo más fuertes, pero algo de lo que hay que estar seguros es que siempre habrá alguna consecuencia de nuestros actos.


En la obra de Edipo Rey se rescata la buena actitud que tiene Edipo conforme descubre sus verdaderos orígenes. En mi parecer este personaje representa al bien y al mal dentro de un solo cuerpo. Si bien Edipo cometió faltas muy graves, él mismo las reconoció y se impuso un castigo. Es el personaje que más me ha gustado por su sentido del bien y el mal, pero sobretodo porque acepta lo cometido y reconoce que fue un grave error. Creo que no todas las personas tienen esta capacidad de autocrítica y simplemente van por la vida culpando a otros.  
A pesar de esta frase Edipo, en comparación con todos los demás personajes tiene  un carácter más ordenado y honesto, que cuando supo que había matado a su padre accidentalmente y que se había enamorado de su madre no pudo con la vergüenza y la culpabilidad: «- ¡Ay, ay! Todo se cumple con certeza. ¡Oh luz del día, que te vea ahora por última vez! ¡Yo que he resultado nacido de los que no debía, teniendo relaciones con los que no podía y habiendo dado muerte a quienes no tenía que hacerlo!». (p 144).
El coro representa a todas las demás personas que no hacen un esfuerzo por ayudar a los demás o que simplemente juzgan sin tener un buen conocimiento de la persona.
¡Oh habitantes de mi patria, Tebas, mirad: he aquí a Edipo, el que solucionó los famosos enigmas y fue hombre poderosísimo; aquel al que los ciudadanos miraban con envidia por su destino! ¡En qué cúmulo de terribles desgracias ha venido a parar! De modo que ningún mortal puede considerar a nadie feliz con la mira puesta en el último día, hasta que llegue al término de su vida sin haber sufrido nada doloroso.


En Edipo en Colono se habla de la situación familiar que pasó Edipo después de haberse exiliado junto con sus dos hijas. En estas obras se pueden apreciar los valores que posiblemente transmitió Edipo a sus hijas ya que ellas apoyaban a su hermano con su regreso a la ciudad de Colono. Como en este párrafo:
«Otros también tuvieron hijos malvados y guardaron rencor en sus almas, pero, al consejo de los seres amados. Se doblegaron  a dulces sentimientos. La palabra del amor es como un conjuro de paz. » (p 174).
Como se había mencionado antes, la literatura griega se basa en narrar los sucesos que acontecen en nuestras vidas, todas las emociones. De esta manera aprendemos que toda persona tiene un lado bueno y un lado malo, hablando de características de personalidad, como en el siguiente ejemplo:
«¡Fuera,  pues…lejos, lejos… tu padre te maldice, maldito en todo y sobre todos!» (p 177)


En la obra de  Medea nos topamos con un caso parecido al de Edipo Rey, en cuanto a que los hijos no son deseados. La nodriza explica que Medea:
«(…) aborrece a sus hijos y en verlos no se goza; temo incluso que algún raro proyecto trame. Pues duro es su carácter y soportar no puede que nadie la maltrate. »  (p 174)
Esta lealtad puede haber sido truncada desde muy joven, ya que para ella no existe el amor a ella misma, sino que sólo existe el amor para Jassón.
Al final de la historia cumple su plan y mata a la novia de Jassón y después mata a sus hijos frente a él:
¿Oyes, Zeus, cómo soy rechazado y de qué modo me trata la leona feroz que a sus hijos de forma terrible mató? Pero, en fin, en mis manos tan sólo ahora está el llorar estos males y al cielo invocar y hacer a los dioses testigos de que, tras haber a mis hijos matado, ahora tú, que les toque me impides y tierra les dé. ¡Engendrarles jamás yo debí para ver cómo han muerto a tus manos así! (p 202).


Por otra parte, en la obra de Ifigenia en Aulide podemos observar que el enaltecimiento de Agamenón decae al tener un mínimo sentido de culpabilidad, su identidad se quebrantó y tuvo una lucha moral contra los dioses, porque su hija era la sacrificada.
«Y, ¡mi esposa! ¿Qué diré a mi esposa? ¿Tendré el valor para fijar en ella mis ojos? ¿Con qué palabras habré de recibirla? ¡Nadie la llamó, y ella vino, para agravar mis desventuras! (…) ¡Va a hallar un asesino donde creyó hallar un esposo!» (p  609).
Clitemnestra muestra la lealtad a sus sentimientos, esta devastada por el asesinato de su hija y a partir de ahí jura venganza en contra de Agamenón. « ¡Te llevaron los dioses hija mía! ¿Qué dioses son? ¡ qué he de decir! »  (p 632)


Por último, en la obra de Las Nubes se habla de un tema en el que los personajes intentan cambiar un poco su forma de ser para poder aprender a persuadir personas en la escuela de Sócrates. Aquí vemos como se le da a escoger a Fidípides entre los discursos, que podrían interpretarse como la enseñanza para bien o para mal, en donde la ética juega un papel muy importante.
«Dicen que enseñan dos clases de discursos: uno justo, cualquiera que sea, y otro injusto; con el segundo de estos afirman que pueden ganar hasta las cosas más raras.  (…) si aprendes el discurso injusto, no pagaré ni un óvulo de las dudas que fueron por tu causa.» (p 75).
Estrepsiades conversa con Sócrates sobre su hijo y le dice: « No te sulfures, enséñalo. Es de alma industriosa por naturaleza. » (p 77)

Como pudimos observar, todas las obras tienen muy notorias las emociones humanas, que  son representadas por los mismos dioses, como lo es en comparación muy coloquial con Blanca Nieves y los 7 enanos, en donde cada enano representa diferentes emociones. Creo que así sucede con los dioses y la forma en la ellos intervienen con los demás seres es el destino. Cada ser tiene que pelear con este destino para comprobar cuán fuertes y capaces somos de hacerlo y la manera en la que vamos a pelearnos con el destino es a través de la lealtad hacia nuestra identidad.







BLIBLIOGRAFÍA

1.      Homero. (2009). La Iliada. México: Editorial Porrúa.
2.      Homero. (1991). La Odisea. México: Editorial Porrúa.
3.      Esquilo. (1992). Agamemnón. México: Editorial Porrúa. Pp 91-115.
4.      Esquilo. (1992). Prometeo Encadenado. México: Editorial Porrúa. Pp 63-85.
5.      Sófocles. (1985). Edipo Rey. México: Editorial Porrúa. Pp 119-149.
6.      Sófocles. (1985). Edipo en Colono. México: Editorial Porrúa. Pp 150-182.
7.      Eurípides. ( 2013). Medea. México: Editores Mexicanos Unidos. Pp 173- 203.
8.      Eurípides. (2009) Ifigenia en Aulis. México: Editorial Porrúa. Pp 595- 633.

9.      Aristófanes. (1996).  Las nubes. México: Editorial Porrúa. Pp 67- 94.

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