El amor filiar
Por: Paulina Andrea Alonso Gómez
¿Es preferible un amor
filial hipócrita solo porque dice lo que se quiere escuchar?, ¿O un amor
sincero aunque sea seco, cómo en El Rey Lear?
Esta
obra fue escrita durante el segundo
periodo de William Shakespeare, en 1605, y narra una de las más trágicas
historias del escritor en donde un padre rechaza a su hija menor, quien le es
fiel, simplemente por contestarle de manera franca y un poca seca cuando le
preguntarle éste por su amor hacia él, y ella responde que su amor hacia el no
es menor al que se merece, siendo él quién le dio todo, la amo y la crio.
«CORDELIA. Mi
buen señor, me disteis la vida, me habéis criado y amado, de modo que os
correspondo con mi obediencia, amor, y el mayor respeto. ¿Por qué han tomado
esposo mis hermanas si dicen que os aman por encima de todo? Quizá cuando me
case, el hombre en cuya mano deposite yo mi promesa se lleve también la mitad
de mi amor, mi atención y mi abnegación. Nunca, desde luego, me casare como mis
hermanas…
«LEAR. ¡Tan joven y tan fría!
CORDELIA. Tan joven, mi señor, y tan sincera.
LEAR.
Que así sea: la franqueza será toda vuestra dote.» (P.50)
Siendo
su contestación contraria y no tan
extensa como la de sus hermanas mayores, quienes lo adulan e inventan tenerle
un amor y respeto que en realidad no existe, el rey Lear decide repartir sus
pertenencias, incluyendo su reino y el control de éste entre sus dos hijas
mayores, quienes lo único que buscaban era engañarlo para quedarse con todo, y
destierra a su hija menor Cordelia. Su fiel seguidor Kent intenta interponerse,
pero también es desterrado al ser el rey injusto y muy orgulloso, y éste para
no alejarse de él se hace pasar por un bufón y se va a vivir a una cabaña en el
bosque, con tal de permanecer cerca del rey.
El
rey Lear decide repartir todo entre sus dos hijas sin dejarle nada a Cordelia,
y la expulsa tratándola mal e injustamente así que el rey France la toma como esposa y se marcha con él sin
llevarse nada.
«FRANCE. …Decidle adiós, Cordelia, a pesar de su crueldad,
lo que perdéis aquí lo encontréis mejor en otra parte.
LEAR. La habéis tomando, rey de Francia; vuestra sea, pues
yo no tengo tal hija, ni deseo volver a ver su cara. Idos, por tanto, sin mi aprecio,
sin mi amor y sin mi bendición... » (P.55)
Sin pena ni resentimientos, al salir con el rey de Francia,
Cordelia da sus últimas palabras a su padre antes de marcharse;
«CORDELIA. El tiempo sabrá revelar lo que la astucia ha
escondido. La deshonra acaba humillando a quienes ocultan sus pecados. Que alcancéis
todo el bien que merecéis.» (P.56)
Mientras ella se marcha con su esposo y su padre permanece
con sus hermanas, otros sucesos ocurren en la historia, pero todo se descubre después
de cuando el rey está repartiendo sus bienes, con la única condición de que sus
hijas cuiden de él turnándose, para que viva con una y otra cada mes, y para
que paguen entre ambas 100 caballeros quienes lo protegerán y cuidaran de él
mientras permanece vivo, pero éstas comienzan a tratarlo mal, siendo
influenciadas por su propia codicia y la de sus maridos, desde el momento en
que se vuelven las nuevas dueñas del reino, y comienzan por tratar a su padre
de mala gana, sacándolo de sus casas antes de cumplir el mes, no lo atienden, y
así éste comienza a sospechar que se
equivoco al creer que lo amaban más que Cordelia. Después, estando éste en casa
de su hija Gonerill, esta le desprecia y este huye con su otra hija, Regan, pero
seguido de él, llega ella al castillo de su hermana y al discutir ambas concuerdan
en que su padre no necesita ni merece los 100 caballeros que solicitó como escolta,
a pesar de ser esta su única condición, incluso dicen que no es necesario uno solo,
y que se los quitaran, y éste termina humillado y furioso con ellas, así que lo
corren de sus hogares y éste es sacado a la calle en medio de una fuerte tormenta,
pero es refugiado por Kent en su cabaña, donde aparece un personaje más, pero Lear
se da cuenta del sufrimiento y la desgracia por la que pasan todos sus plebeyos
sin el haberse dado cuenta o haberle dado importancia anteriormente, y se lamenta
por haber sido orgulloso y desagradecido.
«LEAR. Pobres desdichados desnudos, ahí donde estéis, que
soportáis los rigores de esta tormenta inclemente. ¿Cómo podrán defenderos del azote
del tiempo vuestras cabezas desnudas, vuestros estómagos vacíos y vuestros harapos
llenos de agujeros? Que poco me he preocupado de ellos hasta ahora…» (P.
110)
Al comenzar Lear a perder la cabeza por estar expuesto
a tal desgracia, Kent decide llevarlo al castillo donde vive su hija Cordelia con
el rey de Francia, para que ésta le reciba y lo perdone, y tal vez, que le de hogar
también.
Al llegar todos a donde se encontraba Cordelia, Lear llora
y ruega que lo perdone, pero su hija sin resentimiento lo acoge y después son llevados
por Edmund a la prisión, y Lear decide que soportara vivir en tal condiciones con
tal de que al salir viva al lado de su hija sus últimos momentos.
«LEAR. … ¡Llevadnos ya a la prisión! Los dos solos cantaremos
como pájaros dentro de la jaula. Cordelia, cuando me pidáis mi bendición, me arrodillare
suplicando vuestro perdón. Así viviremos, y rezaremos, y cantaremos, y contaremos
viejas historias, y nos reiremos… y sobreviviremos entre los muros de nuestra cárcel
a las camarillas y los partidos de los poderosos que ascienden o descienden con
la influencia de la luna. » (P. 157)
Entre
tanto sus otras dos hijas mueren, ya que Gonreill envenena a su hermana viuda, Regan,
para poder casarse con Edmund, pero su esposo descubre por una carta que ésta planea
abortar para poder dejarlo y prefiere quitarse la vida.
A pesar del plan de Lear, el verdugo se adelanta antes
de que sean liberados y ahorca a Cordelia, quién es llevada en los brazos de su
padre ante todos, y éste se lamenta, y muere de tristeza, después de haberse dado
cuenta que el único amor filial sincero que tuvo fue el de su hija que asesinaron.
Referencias:
Shakespeare, William. El rey Lear. México: Edimat. 2007. P:72.
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