La configuración de la anagnórisis en Novecento de Alessandro Baricco
Noemi
Sánchez Blanco
Miércoles
13 de abril de 2016
«Para salvarme
me bajé de mi vida».
Imagen obtenida de: http://lgecine.org/2015/09/frases-de-cine-la- leyenda-del-pianista-del-oceano-1998/ |
Resumen: En el monólogo
dramático, la anagnórisis es una parte esencial para cautivar a la audiencia, es «el cambio de la ignorancia al
conocimiento» según la Poética de
Aristóteles. Es dada a la
interpretación, es un «tal vez», y ahí radica la importancia de la obra
dramática; por un lado los personajes tienen un aprendizaje dictado por el
autor, pero a la vez el autor es la mente maestra que puede o no influir en las
decisiones de la audiencia, provocando un aprendizaje y adquisición de la
experiencia.
Summary: In the dramatic monologue, the epiphany is an
essential part to captivate the audience , is "the change from ignorance
to knowledge," according to Aristotle's Poetics . It is given to
interpretation, is a "maybe", and therein lies the importance of the
play ; on one hand the characters have a knowledge dictated by the author, yet
the author is the mastermind that may or may not influence the decisions of the
audience , causing the process of adquiring experience and knowledge.
Résumé: Dans le monologue dramatique , l'épiphanie est
une partie essentielle pour captiver le public , il est " le changement de
l'ignorance à la connaissance », selon la Poétique d'Aristote . Elle est donnée
à l'interprétation , elle est «peut-être », et celle-ci est l'importance de la
pièce ; par une partie les personnages ont une apprentissage dictée par
l'auteur , mais au memes temps l'auteur
est le cerveau qui peuvent ou peuvent ne pas influer sur les décisions de
l'audience , ce qui provoque l'apprentissage et acquérir de l'expérience .
Alessandro Baricco
nació el 25 de enero de 1958 en Turín (Italia). Estudió Filosofía y Música,
especializándose en la interpretación de piano, cualidad que se verá plasmada
en la obra a tratar durante este ensayo. Sus primeros trabajos literarios,
derivados de su instrucción, fueron ensayos y criticas musicales en diversas
publicaciones italianas. Entre los ensayos destaca El alma de Hegel y las vacas de Wisconsin: Una reflexión sobre música
culta y modernidad.
En los inicios de los
años 90 debutó como escritor de ficción con la novela Tierras de cristal (1991). Con posterioridad aparecieron otras
novelas, con una narrativa elegante con rasgos de poética ensoñadora, como Océano Mar (1993), Seda (1996), City (1999),
Sin sangre (2003), Homero, Ilíada (2006) y Esta historia (2007), y también obras de
teatro, entre ellas Novecento. La leyenda
del pianista en el océano (1994).
La trama principal del
monólogo dramático corresponde a la historia de la amistad entre Novecento y el
trompetista del barco Virginian. Esta historia es relatada por su amigo, Tim
Tooney, quien tiene la función de ser el relator y el interlocutor de Danny
Boodman T.D. Lemon Novecento, «el pianista más grande que ha tocado en el
oceáno». (p. 13)
Alessandro Baricco
describe en la introducción de la obra Novecento
su función originaria: es un monólogo teatral, escrito para ser representado
por un único actor que interpreta a tres personajes diferentes: Tim Tooney, el
trompetista y narrador de la historia; Novecento, pianista protagonista de la
historia, y un personaje secundario, el jazz man, encargado de presentar a la
Atlantic band y a sus componentes.
Al ser presentada al
público, el espectador es al mismo tiempo el receptor del relato.
Una cosa debe ser
aclarada para los lectores con respecto a la definición de un monólogo teatral
y el monólogo dramático, ya que los términos suelen causar confusión. Se puede
decir que el monólogo dramático es un texto literario que fue escrito para
poderse representar ante una audiencia, mientras que el monólogo teatral es la
puesta en escena o montaje del monólogo dramático.
De igual manera, sería oportuno dar a conocer algunas de las
definiciones que los diccionarios literarios ofrecen del monólogo dramático. J.
A. Cuddon (1982) define el monólogo dramático como «poema en que hay un solo
hablante imaginario que se dirige a un auditorio imaginario». Por otra parte, los
autores del Diccionario de términos e "ismos" literarios (1977) son
mucho más prolijos ya que definen el monólogo dramático de la siguiente manera:
Poema consistente en las palabras de un único
personaje que revela en su discurso su propia naturaleza y la situación
dramática en que se encuentra. Supone la presencia de un hablante, de un
auditorio implícito dentro del poema y de un marco escénico. A diferencia del
soliloquio teatral, en el cual el lugar y el tiempo han sido previamente
establecidos y en que el personaje está solo, el monólogo dramático revela por
sí mismo el lugar, el tiempo, y las identidades de los personajes. El monólogo
dramático revela la personalidad total del hablante en un momento significativo.
Un monólogo dramático
debe tener un personaje central que habla en primera persona. El poema viene a
ser entonces la transcripción verbal de cuanto dice este personaje, que
constituye el núcleo del poema. El monólogo dramático se concibe y se realiza
desde un "yo" que habla (narra, informa, comenta, etc.) acerca de una
experiencia personal, bien propia de él de manera exclusiva, bien relacionada
con otras personas con quienes él tiene que ver. El "yo" poemático
-el hablante- puede que se pronuncie sobre personas o experiencias ajenas, o
sobre acontecimientos históricos, pero no por ello deja de ser él el centro del
poema ni de revelarse a sí mismo a través de o en relación con lo que cuenta.
Porque el monólogo dramático tiene como uno de sus propósitos irremplazables la
autorrevelación del hablante.
La obra de Novecento es muy interesante porque
podría decirse que Tim Tooney, al ser el personaje que narra la historia se
convierte en el personaje central, pero no es así: la historia gira entorno a
Novecento, él es la célula y a partir de él se desenvuelve la trama. No
obstante, no sólo el pianista se revela a sí mismo en la obra, sino que también
se revela una parte de la personalidad del trompetista, su mejor amigo, quien
es el interlocutor, pero a la vez es la conexión entre la audiencia y la
historia. Tim Tooney permite al receptor ponerse en su lugar entablando una
relación con los personajes, identificándose, siendo el autor quien guía el pensamiento
del receptor de acuerdo a las especificaciones dadas del personaje:
Trompetista, soñador, mejor amigo de Novecento (el más grande pianista), etc.
Es por eso que la
autorrevelación del trompetista esta inconclusa, para que el receptor sea quien
le dé la pauta para terminarla. Esta autorrevelación sería la anagnórisis.
El hablante se asemeja
a un personaje dramático -una "persona"-, puesto que su razón de ser
no es separable del contexto dramático en donde se halla. No se percibe como
una simple voz poemática ni como una representación simbólica o alegórica.
Existe de por sí dentro de un mundo propio y con un carácter determinado cuyos
rasgos están suficientemente evidenciados por el monólogo del hablante.
El autor plantea su
poema desde el punto de vista de un dramaturgo y/o el de un novelista. La
omisión de datos autobiográficos y la individualización de un hablante que se
desenvuelve dentro de un contexto determinado garantizan la objetividad del
monólogo y le otorgan una tensa calidad dramática.
Esta es la objetividad
lograda por la mímesis. Como lo dice Aristóteles en su obra Poética:
“La tragedia es, pues, la representación (Mimesis)
de una acción seria (Spoudaias), completa en sí misma y de una cierta magnitud;
en un lenguaje embellecido con varias clases de embellecimiento, cada uno de
los cuales tiene su lugar correspondiente en las diversas partes, en
forma dramática y no narrativa, y que, además, mediante una serie de hechos que
suscitan piedad (Eleos) y terror (Phobos), tiene por efecto elevar y purificar
(Katharsis) el ánimo de pasiones semejantes”.
Esta mímesis de
una acción, es expresada en el sentido de una pretensión, que no es una copia o
imitación de una acción. Ahí reside el equilibrio de una obra dramática, y en
el caso del monólogo dramático este equilibrio es encontrado a partir de la técnica
literaria, como lo es el uso de figuras retóricas fonéticas (aliteración, anadiplosis,
anáforas, concatenación, etc.) para imitar un lenguaje coloquial, también es
necesaria la ambientación de la obra, las expresiones lingüísticas, entre
otros.
El
concepto del arte como Mimesis procede de Platón, y este término se emplea en
el sentido de “hacer creer”, “simular”, “fingir”, “pretender”. Por Mimesis
debemos entender, no una simple copia de la realidad, sino una forma de recreación
de este acto que constituye la vida.
En la obra, el barco Virginian es el mundo de Novecento. Es
real y todo lo que sucede abordo también. Es una recreación de nuestro mundo,
al basarse en una época existente (finales de los años 20’s), al narrar sobre
hechos contemporáneos a la época (el jazz, el sueño americano impulsado después
de la guerra, el final de The roaring
twenties, etc.) y la forma tan realista y orgánica de expresarse de cada
personaje, como Tim Tooney: «Es dinamita lo que tienes debajo del culo,
hermano. Levántate y vete. Se acabó. En serio: esta vez se acabó.» (p. 81)
El propósito del monólogo
dramático no es sólo dramático (crear un personaje y evocar un contexto
definido), sino también lírico, es decir comunicar el modo de pensar y de
sentir del autor. Esto quiere decir que el poeta sí existe dentro del monólogo
dramático, fundido con el hablante. Como el ejemplo de los poetas victorianos,
quienes de acuerdo con las miras objetivas de su sociedad, optaron por despojar
su poesía de las apariencias subjetivas y autoindulgente a fin de presentar el
discurso poético como el resultado de una práctica disciplinada capaz de
incrementar el conocimiento que el hombre tiene de sí mismo y de su realidad.
Este conocimiento de sí
mismo y de la realidad es dado por la anagnórisis que según la definición de
Aristóteles en su Poética, la agnición
o reconocimiento es «el cambio desde la ignorancia al conocimiento», el cual
puede producirse con relación a objetos, acciones o personas y, en este último
caso, puede serlo de uno mismo, de otro o bien un reconocimiento mutuo, para
amistad o para hostilidad de los que se reconocen, para la dicha o para el
infortunio. La anagnórisis, que formaba parte del argumento, era uno de los
medios más importantes mediante los que la tragedia teatral griega conseguía
emocionar a los espectadores Efectivamente, desde que Aristóteles pusiera de
manifiesto la presencia de la anagnórisis en el arte literario de su tiempo y
ofreciera en su Poética una excelente teorización, donde no sólo definía y
clasificaba dicho recurso, sino que explicaba su funcionamiento con numerosos
ejemplos extraídos del que fue el género teatral por excelencia de los antiguos
griegos, es decir, la tragedia, la anagnórisis se ha convertido en un valioso
recurso que ha sido empleado por diferentes escritores en sus obras literarias,
en donde aparece como recurso de ficcionalidad mimética: por un lado, desde la
instancia codificadora, donde contribuye
decisivamente al desarrollo de la acción y a la resolución del conflicto
planteado por la trama argumental. Por otro lado, en este caso desde la
instancia decodificadora al ser capaz de proyectar hacia el lector una serie de
emociones y sentimientos que contribuyen a disfrutar del arte provocando una emoción
empática.
La anagnórisis es
configurada por la fábula o argumento, en cuanto ésta es sin duda lo primero y
lo más importante en la tragedia. Hemos establecido que una tragedia es una
imitación de una acción que es completa en sí misma, como un todo de cierta
magnitud. La unidad de la fábula no consiste, según algunos suponen, en tener
un hombre como un héroe, pues la vida de un mismo hombre comprende un gran
número, una infinidad de acontecimientos que no forman una unidad, y de igual
modo existen muchas acciones de un individuo que no pueden reunirse para formar
una acción. Una imitación es siempre de una cosa, de igual modo en la poesía la
fábula, como imitación de la acción, debe representar una acción, un todo
completo, con sus diversos incidentes tan íntimamente relacionados que la
transposición o eliminación de cualquiera de ellos distorsiona o disloca el
conjunto.
De esta manera se tiene
que el argumento de la obra es el indicador de la anagnórisis. La trama de la
obra ocasionará diversas situaciones en las que habrá peripecias que tendrán como
consecuencia la anagnórisis. Un ejemplo de esto en la obra no bajar del barco y
su consecuencia, no vivir la vida.
La anagnórisis es dada
a la interpretación, es un «tal vez», y ahí radica la importancia de la obra
dramática; por un lado los personajes tienen un aprendizaje dictado por el
autor de la obra, pero a la vez el autor es la mente maestra que puede o no
influir en las decisiones de la audiencia.
Aristóteles distinguió
seis tipos de reconocimiento a saber:
1 1) Reconocimiento «a través de señales», las
cuales podían ser congénitas o adquiridas. De estas últimas, unas están en el
cuerpo –como las cicatrices–, y otras fuera de él –como los objetos. Este
reconocimiento era ajeno al arte y también el que presentaba un mayor grado de
imperfección debido a su poca elaboración inventiva, sobre todo si las señales
se mostraban de una manera deliberada, ya que resultaba mucho más efectivo que
los personajes descubrieran las señales espontáneamente.
Un
ejemplo de esto en la obra es la dinamita, que es mencionada en la obra como la
catarsis de Novecento al esperar ser explotado junto con su mundo, el barco. Tim Tooney toma conocimiento de que la
dinamita significa la destrucción de su mejor amigo y de su amistad.
2) Reconocimiento «urdido
por el poeta» que también era ajeno al arte, pero presentaba un grado mayor de
elaboración respecto al anterior. En este caso, se producía intencionadamente a
través de las palabras que el poeta hacía pronunciar a los personajes en un
momento determinado de la acción.
3) Reconocimiento «a
través del recuerdo» es decir, cuando los personajes reconocían algún aspecto
de la realidad a través de las emociones que suscitaba el recuerdo de su
vivencia.
En este caso podría
decirse que toda la obra es una anagnórisis desde la perspectiva de Tim Tooney,
ya que está recordando con nostalgia la historia de su gran amigo y cómo el
temor de vivir fuera de su zona de confort lo llevó a tomar la decisión de no
bajar del barco y terminar con su vida.
4) Reconocimiento «por
silogismo» esto es, a través de una forma de razonamiento deductivo.
5) Reconocimiento «a
través de paralogismo» o «falso
razonamiento del público teatral».
Finalmente, el
reconocimiento más perfecto era aquel que se realizaba de forma verosímil y
necesaria «a través de la evolución de los mismos acontecimientos» y que no
precisaba de signos materiales. El ejemplo clásico se encontraba en la tragedia
titulada Edipo rey, de Sófocles.
En la obra de novecento
se aprecia un gran momento de anagnórisis dada por Novecento: «La tierra es un
barco demasiado grande para mí. Es un viaje demasiado largo. Es una mujer
demasiado hermosa. Es un perfume demasiado intenso. Es una música que no sé
tocar. Perdonadme. Pero no voy a bajar. Dejadme volver atrás.» (p. 75)
Esta cita indica que
Novecento ignoraba la grandeza y la magnitud de la vida y al descubrirlas no pudo
manejar el miedo y la presión que sentía de poder experimentar lo inesperado.
La anagnórisis tiene
como resultado la catarsis. Término que se utiliza para referirse a la
purificación que se produce en el espectador de una obra de teatro cuando éste
se identifica con los personajes y transita por las mismas emociones que están
viviendo sobre la escena.
Catarsis (katharsis, en
griego) era un término médico que quería decir purga. Es especialmente
importante en las representaciones de la tragedia, del drama y del melodrama,
puesto que, en estos tres tipos de representación, la catarsis es el objetivo
del autor y la consecuencia de la situación que se plantea. A través del
sufrimiento de los personajes, los espectadores se identifican con ellos, se apiadan
y emocionan.
Por lo tanto, la anagnórisis
puede no resultar siempre en un bien. Podremos pasar de la fortuna al
infortunio o viceversa, sin embargo la importancia no radica ahí, sino en
purificar nuestra alma. Como Novecento, que «para salvarse, se bajó de su vida.»
Referencias:
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abril de 2016, de
http://www.edu.mec.gub.uy/biblioteca_digital/libros/a/Arist%C3%B3teles%20-%20Po%C3%A9tica.pdf
Bariciela, E. P.
(junio de 2010). El motivo de la anagnórisis en la novela griega: de la Odisea,
de Homero, a Queréas y Calírroe, de Caritón de Afrodisias. Recuperado el
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Baricco, A.
(2014). Novecento (10th ed.). México: Editorial Anagrama.
catarsis, E. t. (s.f.). Recuperado el abril de 2016, de
http://www.edu365.cat/eso/muds/castella/literatura/teatro/f_fatidico/pantalla1.htm
Thanoon, D. A. (2009). Los requisitos formales del género
del monólogo dramático. Recuperado el abril de 2016, de
https://pendientedemigracion.ucm.es/info/especulo/numero41/monodram.html
[1] Todas las citas en las que
solamente se haga una acreditación al número de página de la cual fueron
extraídas son citas de la obra Novecento de Alessandro Baricco. Bibliografía:
Baricco, A. (2014). Novecento (10th ed.). México:
Editorial Anagrama.
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