«Novecento» de Alessandro Baricco: La compasión catártica en la obra de Novecento
«Novecento»
de Alessandro Baricco: La compasión catártica en la obra de Novecento
Por:
Andrea Flores Zmery
Miércoles
13 de abril de 2016
«Por
favor, ahora intenta comprenderme, hermano. Intenta comprenderme, si puedes.»
Novecento, Alessandro Baricco
En el navío transatlántico Virginian, vive Novecento, el personaje principal de este monólogo dramático. Novecento jamás se ha bajado del barco por sus temores y miedos que
nunca podrá superar. Implorando por compasión, su historia termina con un
catastrófico suceso que le impide conquistar sus deseos, destrozándole el alma.
Palabras clave: temor, miedo, compasión
In the
transatlantic ship Virginian lives
Novecento, the main character of this dramatic monologue. Novecento has never touched
land because of his awes and fears that he will never be able to overcome.
Pleading for compassion, his story ends with a catastrophic event that impedes
him from conquering his wishes, shattering his soul.
Key words: awe,
fear, compassion
Dans le navire
transatlantique Virginian, vit
Novecento, le personnage principal de ce monologue dramatique. Novecento n'est
jamais descendu du bateau par ses peurs et ses craintes qu’oncques peut
surmonter. Implorant par compassion, son histoire se termine par un événement
catastrophique qui l'empêche de conquérir ses désirs, en brisant son âme.
Mots clés :
peurs, craintes, compassion.
L
|
a compasión es un sentimiento propio del ser humano.
La Real Academia Española lo define como un sentimiento de pena, de ternura y de identificación ante los males de alguien.
Es algo que las personas no pueden evitar. Es algo innato y tan grabado en
nuestro espíritu que resulta imposible ignorar un impulso de compasión.
En la Poética[1], Aristóteles
define a la tragedia como imitación de
una acción esforzada y completa, de cierta amplitud, en lenguaje sazonado,
separada cada una de las especies (de aderezos) en las distintas partes,
actuando los personajes y no mediante relato, y que mediante compasión y temor
lleva acabo la kátharsis de tales afecciones. (Sánchez
Palencia, 2016).
Con la tragedia, se
busca llevar al espectador a una catarsis. Esto se puede considerar como una «purificación»
por parte del público. Eliminar las impurezas del espíritu por medio de la
catarsis, para que sea posible la recuperación de su esencia.
Como queda claro, la novela es un monólogo dramático[2],
un discurso de un trompetista (el narrador) que conoce y viaja con Novecento,
relatando la historia del personaje a lo largo del monólogo. Novecento es el
personaje principal de este monólogo. Él es un tipo muy peculiar, desde su
historia hasta su forma de ser. Hijo de unos migrantes que estaban a bordo del Virginian (barco en donde transcurre la
historia), lo abandonan por falta de recursos que ofrecerle en el piano de
primera clase del barco dentro de una caja de cartón «Debieron de decirse: si
lo dejamos sobre el piano de cola, en el salón de baile de primera clase, a lo
mejor se lo lleva consigo algún ricachón, y será feliz toda su vida. Era un
buen plan.» (Baricco, p. 22) No sucedió así. Huérfano, lo encuentra un marino
llamado Danny Boodman y lo adopta, llamándolo Danny Boodman T. D. Lemon
Novecento. Danny Boodman por su nombre, T.D. Lemon por lo que la caja tenpia
escrito en tinta azul (T.D. Lemoni), pensando que T.D significaba Thanks Danny (Gracias Danny). Por
último, Novecento fue gracias al siglo en que nació y fue encontrado. «…durante
una tormenta, en pleno océano, recibió (Danny) el golpe de una polea
enloquecida en mitad de la espalda…Y así, de repente Novecento se quedó
huérfano por segunda vez.» (Baricco, p. 25-26)
Novecento no poseía ninguna identidad:
Danny tenía miedo de que se lo llevaran
con algunas de esas historias de documentos
y visados y otras zarandajas…Novecento ni siquiera existía para el mundo: no
había ciudad, iglesia, hospital, cárcel equipo de béisbol que hubiera inscrito
su nombre en algún sitio. No tenía patria, cimiento, no tenía familia. Tenía
ocho años: pero oficialmente no había nacido. (Baricco, p. 26-27)
Se espera que al espectador le suscite compasión por
Novecento durante su historia. Sin una identidad definida y sin padres por
segunda vez. Su situación, no deseable hacia nadie, hace temer al público, pues
puede llegar a sucederle. De esta forma, la compasión se percibe como un
compartir de dolores y penas. Existen, entre otros, dos grandes temores del ser
humano: el miedo a la muerte y el miedo a la soledad. Novecento ha quedado
huérfano por segunda vez. Novecento ha quedado solo por segunda vez.
Siendo un niño aun y sin nadie que sea responsable
de él, se rodea del barco que lo vio
nacer, Novecento, tratando de escapar de su destino (que los bajaran del barco),
descubre este increíble instrumento. El piano. Pasajeros, marineros,
telegrafista, contramaestre y comandante en la entrada del salón de baile de
primera clase escuchando a un niño de ocho años tocar el piano.
Todos en silencio,
mirándolo.
Novecento.
Estaba sentado en el taburete del piano,
con las piernas colgando, sin tocar el suelo.
Y,
como hay Dios que
estaba tocando. (Baricco, p. 28)
Su refugio, además de ser el barco Virginian, fue el piano. Nadie le había
enseñado ni mostrado, pero fue como si siempre hubiera pertenecido junto a esas
melodías y convivido con las teclas desde hace milenios. Él no tocaba con
partituras o de memoria, tocaba desde su corazón. Nadie supo de dónde sacaba su
impresionante música que no era para ser comprendida, sino disfrutada. Más
tarde se unió a la banda Atlantic Jazz
Band del barco.
Y finalmente, al piano…, Danny
Boodmann T. D. Lemon Novecento. El más grande… Lo era de verdad: el más grande.
Nosotros tocábamos música, él era algo distinto. Él tocaba… Aquello no existía
antes de que él tocara, ¿de acuerdo?, no estaba en ningún sitio. Y cuando él se
levantaba del piano, ya no estaba… y ya no estaba para siempre. (Baricco, p.
19)
Novecento utilizó el piano para asilarse de la
realidad y crear su propio mundo, dónde solamente existía él y su música. Nada
más importaba. Al no tener identidad definida (como se menciona anteriormente),
se define una él mismo, creando a este personaje enigmático, huérfano,
“nómada”, viajero de mares que se envuelve en sus melodías y no tiene ninguna
intención de salir de allí. Tanto es así que carece de conocimientos
“universales”, ejemplificando el duelo que se lleva a cabo entre Jelly Roll
Morton, el inventor del jazz y Novecento, el pianista en el océano:
Lo que se le había metido en la cabeza
(a Jelly Roll Morton) era un duelo… Nada de sangre, pero bastante odio,
verdadero odio, bajo la piel. Notas y alcohol… Era eso lo que se le había
metido a la cabeza para acabar de una vez con esa historia del pianista sobre
el océano, y todas aquellas trolas…Novecento, por su parte, no es que se
preocupara por el asunto. Ni siquiera lo comprendía muy bien. ¿Un duelo? ¿Y por
qué? (Baricco, p. 47-48)
Aunque jamás poseyó un espíritu competidor, al igual
que Danny, no podía entender muy bien qué era lo que Morton buscaba y gracias a
su ingenuidad, en realidad pensó que podía aprender algo nuevo. El duelo se
dio, Novecento ganó. Aunque igual no lo comprendiera muy bien. Por otra parte,
la hybris (soberbia) Jelly Roll Morton hizo que se confiara, lo que provocó que
se hundiera en esa batalla, pensando que no existía nadie mejor que él.
Novecento tiene un gran miedo, y dentro de ese miedo
se desenvuelven más. Bajar del barco. El narrador, que es el trompetista de la
banda y amigo de Novecento, describe este momento de decisión que toma
Novecento al pretender bajar del barco como un cuadro que cae después de años
colgado.
Cuando se cae un cuadro. Cuando
despiertas una mañana y ya no la amas. Cuando abres el periódico y lees que ha
estallado una guerra. Cuando ves un tren y piensas tengo que largarme de aquí.
Cuando te miras al espejo y te das cuenta que eres viejo. Cuando, en mitad del
océano, Novecento levantó la mirada de su plato y me dijo: En Nueva York,
dentro de tres días, bajaré de este barco… Zas.
(Baricco, p. 58)
Su decisión llego súbitamente y sin aviso. Novecento
quería ver algo “allí abajo”, a lo que se refería como el mar. Curioso, debido
a que ha vivido en un barco por toda su vida. Algo dentro de él se despertó y
lo incentivo a explorar el más allá. Sin embargo, al intentar terminar de bajar
los últimos tres escalones del barco para tocar tierra firme, se quedó viendo a
lo lejos y después de unos instantes, sonriendo, regresó, dándole la espalda al
mundo.
Lo que hizo que regresara al navío no fue algo que
vio, si no lo que no vio. Ese miedo intenso que le tenía a las cosas infinitas
lo hizo dar media vuelta para no pretender estar en tierra firme nunca más. Su
vida, siempre resuelta y con una rutina infalible era lo que le daba seguridad
a Novecento. Mirando desde los escalones a un mundo que lo esperaba con los
brazos abiertos lo encogió hasta volverlo diminuto, fácil para perderse en un
mar de decisiones que tomar y cosas por vivir. Menciona una metáfora
refiriéndose al piano. Éste se constituye de 88 teclas, teclas que son
finitas y no hay ningún engaño.
Novecento era infinito y la vida y las posibilidades que se avecinaban también
eran infinitas. Millones y billones de “teclas” imponentes que lo hacía sentir
vulnerable. Y todo eso que fue demasiado, lo hizo retroceder por miedo[3].
Al final de la novela se puede interpretar que
Novecento pide por compasión, por comprensión. Siente que todo el mundo se
viene encima.
Por favor. Ahora intenta comprenderme,
hermano. Intenta comprenderme, si puedes. Todo ese mundo en mis ojos. Terrible,
pero hermoso. Demasiado hermoso. Y el miedo que me hacía retroceder. El barco,
de nuevo y para siempre. Pequeño barco. Ese mundo en los ojos, todas las
noches, de nuevo. Fantasmas. Podrías morir si los dejaras actuar. Las ganas de
descender. El miedo de hacerlo. Así te vuelves loco. Loco. Tienes que hacer
algo, y yo ya lo hecho. Primero lo imaginé. Después lo hice. Cada día, durante
años. Doce años. Millones de momentos. Un gesto invisible y lentísimo.
(Baricco, p. 75-76)
Sueños que no cumplió, deseos a los que despidió. Pedía
por comprensión y que no lo juzgaran de loco, porque los deseos le estaban
destrozando el alma. Así que los conjuró y le permitió vivir todas esas
experiencias de las que se había privado. Todo lo que pudo llegar a ser, lo
conjuró. La novela tiene un final trágico y a la vez cómico. Novecento jamás se
bajó del barco debido a que nunca fue capaz de vencer su miedo y murió en la
destrucción del navío, sentado en tonelada de dinamita.
Bibliografía
Rulita, C. El monólogo dramático. Scribd. Retrieved 10 April 2016,
from https://es.scribd.com/doc/131309259/El-monologo-dramatico
Sánchez Palencia, Á. (2016). "Catársis"
en la Poética de Aristóteles. Revistas UCM. Retrieved 10 April 2016, from http://file:///C:/Users/Andrea%20Flores/Downloads/5837-5921-1-PB.PDF
Baricco,
A. (2014). Novecento (10th ed.). Milán: Editorial Anagrama.
RAE,.
Diccionario de la lengua española - Edición del Tricentenario. Diccionario
de la lengua española. Retrieved 10 April 2016, from http://dle.rae.es/
Definición
de purificación — Definicion.de.
Definición.de. Retrieved 10 April 2016, from http://definicion.de/purificacion/
Catarsis. Definición MX. Retrieved 10 April 2016,
from http://definicion.mx/catarsis/
Conectados:
La compasión según Aristóteles.
Comunicadores-conectados.blogspot.mx. Retrieved 10 April 2016, from
http://comunicadores-conectados.blogspot.mx/2011/06/la-compasion-segun-aristoteles.html
Hipótesis: La compasión catártica en la obra de Novecento
Planteamiento del Problema: ¿Novecento provoca una compasión catártica en el
público?
Objetivo General: Demostrar la existencia de la compasión catártica
durante la novela de Novecento
[1]
Reflexión
estética a través de la caracterización y descripción de la tragedia (valores
artísticos de la tragedia) poner referencia bibliográfica. (Sánchez Palencia,
2016)
[2] El monólogo dramático es
un discurso ininterrumpido dicho por un solo personaje, que
expresa en voz alta sus sentimientos y se dirige a una cosa, a un personaje o a
un lector. (Rulita, n.d.)
[3] Según la Real Academia Española, el
miedo es una angustia por un riesgo o daño real o imaginario.
Recelo
o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea.
más
miedo.
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